En nuestro organismo existen millones de bacterias buenas de diferentes tipos que trabajan arduamente en favor de nuestro beneficio y salud.
Se hallan principalmente en el intestino grueso y se les conoce como microbiota (anteriormente flora intestinal).
Aunque aún faltan investigaciones sobre este órgano y sobre cómo cuidarlo y protegerlo es vital para mantener nuestro cuerpo sano y en equilibrio.
Entre sus más destacadas funciones de la microbiota, podemos mencionar que:
- mejoran y fortalecen el sistema inmunológico
- aumentan nuestras defensas con respecto a infecciones que pueden ser generadas por bacterias malas externas y por virus
Además, nos ofrecen protección de infecciones y reducen el riesgo de padecer trastornos como inflamación, diarrea o estreñimiento, mejoran la motilidad gastrointestinal y refuerzan la pared intestinal.
A nivel nutricional, la microbiota obtiene la energía que proporcionan los alimentos, ayudan en la síntesis de las vitaminas y hormonas y permite una adecuada absorción de hierro y calcio en el colón.
Podemos agregar que, también influyen en el buen funcionamiento del cerebro, riñones, hígado y la piel, además interviene en los lípidos que circulan en la sangre.
Algo que es importante mencionar, es que una mala alimentación, es decir, un exceso en el consumo de grasas saturadas, azúcares procesadas, abuso de la carne y bajo consumo en fibra, afectará a la microbiota.
Y si a lo anterior se suma sedentarismo, obesidad y sobrepeso, episodios largos de insomnio, horarios irregulares para el descanso y constante estrés.
Un alto consumo de alcohol, tabaco, drogas y café, estaremos arruinando el balance natural de nuestro intestino.
Por otra parte, existe un conjunto de infecciones y enfermedades que atacan de manera particular nuestras bacterias buenas, generando un desequilibrio.
A esto se le conoce como disbiosis intestinal.
Podemos mencionar algunos de los padecimientos más comunes:
- colitis ulcerativa
- enfermedad de Crohn
- diverticulitis
- síndrome del intestino irritable
- diarrea del viajero (debido al consumo de alimentos contaminados)
- cáncer de colón, así como el mal uso de medicamentos principalmente el consumo de antibióticos
Probióticos, en dónde encontrarlos
Está nuestras manos ayudar a nuestra microbiota, por lo que se recomienda una dieta saludable y en la que se incluyen probióticos.
Los probióticos se pueden definir como microorganismos vivos benéficos para la salud.
Se pueden mencionar algunas bacterias, hongos-levaduras, mohos como penicillium y microalgas.
Estos microorganismos ayudan a mejorar, fortalecer, restaurar y mantener la composición de la microbiota.
De estos microorganismos los más utilizados actualmente como probióticos son las bacterias amigables que producen los lácteos fermentados conocidos como los lactobacilos y las bifidobacterias, pero también es común el uso de las levaduras.
Los especialistas recomiendan el uso o consumo de los probióticos de acuerdo con las particularidades de cada cepa y de los beneficios que de cada una se obtienen, tales como los que:
- nos protegen del colesterol
- eliminan toxinas
- son guerreros anti-patógenos, o bien, reguladores de tránsito intestinal.
Te recomendamos el consumo de alimentos fermentados que contienen microorganismos vivos como es:
- yogurt natural
- kéfir de cabra
- jocoque, se puede incluir el kimchi
- pickles o vegetales fermentados caseros, miso sin pasteurizar (condimento de origen japonés)
- chucrut
- kombucha y bebidas lácteas fermentadas que existen en el mercado distintas marcas.
Como se ha señalado el consumo apropiado de este tipo de alimentos trabajan en beneficio de nuestra salud.
Desde su ingesta inician con el combate contra las caries, previenen la aparición de enfermedades respiratorias, controlan alergias, ayudan contra la diarrea, fortalecen a la microbiota, previenen infecciones vaginales, disminuyen enzimas relacionadas con el cáncer de colón y fortalecen el sistema inmunológico.
¿Qué son los prebióticos?
Además de los probióticos podemos podemos consumir prebióticos.
Los prebióticos son fibras (hidratos de carbono) no digeribles, fermentados selectivamente, que nutren a grupos seleccionados de microorganismos que habitan en la parte superior del intestino proliferando el crecimiento de bacterias amigables sobre las nocivas.
Dichas fibras se obtienen de las cebollas, ajo, alcachofas, espárragos, tomate, puerro, plátano, trigo, centeno, cebada, entre otros (fructooligosacáridos).
También es importante el consumo de papas, camotes, legumbres secas, cereales integrales y los plátanos verdes ricos en almidón resistente.
Agregar a la dieta manzanas cocidas o muy maduras, de zanahorias salteadas, kiwi, moras, cerezas, pomelo, uvas, higos, peras, piña y naranjas muy dulces, nos ayudará a obtener la pectina.
Para finalizar te recomendamos una alimentación preferentemente vegetal e integral incluir legumbres, granos enteros, frutos secos, semillas y tubérculos ya que estos alimentos abundan en antioxidantes y fibras fermentables con acción.
Evitar un consumo excesivo de proteína de origen animal y realizar actividad física, para tener una salud estable.
Algo que es importante, es siempre consultar a un especialista en la salud y la alimentación.
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